Un día soleado, una brisa suave y la promesa de aventura en un paraíso caribeño: así comenzó nuestra parada de crucero en Philipsburg, St. Maarten. Desde que compramos el viaje ya Trevor me comentaba que tenía muchas ganas de regresar de nuevo a este lugar. ¡Me encantó! ¿Listos para unirse a nosotros en esta aventura de un día?
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Nuestro tiempo limitado en este encantador rincón de St. Maarten requería una estrategia precisa: explorar el área, sumergirnos en las aguas cristalinas de la playa y, por supuesto, disfrutar de algunos cócteles al frente del mar. Obviamente, hice una pequeña investigación antes del viaje para aprovechar al máximo, siempre recomiendo que es muy importante, especialmente para poco tiempo.
Si llegas en crucero tienes varias opciones que puedes hacer con las excursiones que los crucero ofrecen como visitar Maho Beach, famosa por la llegada de los aviones súper cerca, o Orient Beach que se encuentra en el lado francés de la isla. Son muchas las opciones y por eso necesito regresar a explorar más. Nosotros decidimos simplemente tomar un taxi bote hasta Philipsburg y disfrutar al máximo el día. Además, nos dijeron que el tráfico puede ser un poco impredecible para ir por tu cuenta a lugares tan lejanos, por lo que si decides visitar algo diferente, te recomiendo que lo hagas con el crucero para estar seguro de regresar a tiempo al barco antes de la salida del puerto.
En el área del puerto de cruceros, a parte de diversas tiendas y hasta un barcito muy agradable, encuentras unos botes taxis que te llevan hasta Philipsburg. Vi que se puede caminar, unos 20 minutos, pero bajo el sol y sin ninguna vista bonita. El bote cuesta $7 ida y vuelta, y en pocos minutos estarás entre tiendas, bares y una hermosa playa.
Comenzamos explorando los encantadores callejones y plazas, hasta llegar a un punto que me llamó la atención desde que lo vi en el mapa cuando revisaba que visitar, Yoda Guy Movie Exhibit. A mi me encantan las películas de Star Wars, en especial las originales, pero es un lugar muy curioso no solamente para fans de la franquicia de la Guerra de las Galaxias, ya que se trata de uno de los creadores del personaje de Yoda quien será el mismo el que te atienda y quien también, a través de los años, ha coleccionado montón de objetos de películas.
Continuamos el paseo entre las coloridas casas, tiendas y hermosos lugares, noté también que hay muchas paredes decoradas con hermosas pinturas de personas, alguna historia del lugar o arte abstracto.
Luego, llegamos hasta una plaza que me encanto con sus fuentes en el centro y los pequeños coloridos negocios a los lados, perfecto para llevarnos hasta el mar azul turquesa. Unos paisajes para enamorarse de verdad.
Ahí, para nosotros, comenzó un poco más la diversión. Son tantos los restaurantes y barcitos al frente de la playa que quieres detenerte en todos. Lindos y todos tienen su toque especial. No solamente eso, pero después de pasar varios días con los precios de un crucero, los precios de ahí eran una maravilla para nuestro bolsillos.
Probamos deliciosas piña coladas (uno de mis cocktails playero favorito), que incluso un lugar decían tener la piña colada más deliciosa del mundo… y de verdad que estaba ¡riquísima!. Ese creo que fue mi barcito favorito Double Dutch Cafe, simple pero muy agradable. También otro que nos agradó, ya por estar un poco elevado ofreciendo una hermosa vista, y en donde también probamos la cerveza del lugar, fue Dutch Blonde Beach Bar & Restaurant. Pero de verdad que todos tienen su magia y la atención en todos fue muy buena.
Y bueno, no puedo olvidarme de la playa tan hermosa del lugar. Tranquila sin olas, la arena blanca y suave, un poco fría para mis gustos pero era enero cuando visitábamos y una vez adentro uno se olvida del frío, también he estado en playas más frías durante ese mes en el caribe. A lo largo de la playa, te rodean filas de coloridas sombrillas y tumbonas que te invitan a relajarte y disfrutar del entorno. De verdad que es una maravilla de lugar.
Después de un rato de relax en la playa, comenzamos a caminar hacia el bote-taxi. En el camino hicimos varias paradas estratégicas para probar diferentes bebidas. Una vez más, hay muchos bares que ofrecen algo divertido o especial.
Así concluyó nuestro día en Philipsburg. Aunque fue una visita corta, nos permitió sumergirnos en la belleza natural, la cultura y la hospitalidad de esta encantadora ciudad caribeña. Con corazones llenos de recuerdos inolvidables, regresamos al crucero con la promesa de volver a explorar más de St. Maarten en el futuro. Una parada de crucero que ciertamente valió la pena y me encantaría repetir pronto.
También todo resultó excelente y tranquilo, ya que éramos el único crucero en la ciudad, conversando con locales, nos contaban el contraste del día de nuestra visita con la agitación que se había experimentado el día anterior cuando llegaron tres cruceros. Así que corrimos con suerte.